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Si
has leído el capítulo
de la historia de nuestro pueblo, habrás visto la importancia que tenía en la
vida de una villa dedicada a la labranza
la
fragua,
era el lugar de encuentro más habitual de los habitantes de la localidad, allí
debían acudir para poner en perfecto estado sus herramientas de trabajo: rejas,
formones, azadas, picos, ...
Además el herrero era el que ponía las herraduras (incluso las hacía
previamente), tanto a vacas como a pollinos, mulas o caballos; por otro lado
hacía las cerraduras de las puertas, ponía los aros a las cubas, a los carros,
incluso hacía las romanas con total precisión y destreza.
En Bercianos, que yo sepa, llegaron a existir tres fraguas que funcionaban al
mismo tiempo allá por los años 50.
Nicanor, el más pequeño de los hijos del herrero de Bercianos, fue el único de ellos que no abandonó el pueblo durante la emigración que tan despoblado dejó el valle, por la salida de sus jóvenes hacia las zonas industriales del País Vasco, Cataluña, Francia y Alemania principalmente.
Nicanor ha visto como, lentamente, la fragua ha ido perdiendo clientes debido a que es más económico comprar rejas, formones y otros aperos de labranza que llevarlos a la fragua a preparar para un nuevo uso, las bestias de carga y tiro han sido sustituidas por maquinaria motorizada, y los utensilios fabricados en serie han suplido a los artesanos.
Por este motivo, ha tenido que cambiar su trabajo por el de la fabricación de puertas y ventanas de hierro, pero también éstas están siendo reemplazadas por el aluminio: mal futuro le queda a la artesanía del hierro...
Hay que decir, para que nuestros navegantes lo sepan, que las cerraduras y herrajes de las puertas de Bercianos han sido muy visitadas y fotografiadas por estudiosos y entusiastas de la artesanía rural; he de confesar que yo me enteré en Zamora de lo valiosa de esta artesanía de nuestro pueblo, artesanía que está desapareciendo al quitar las antiguas puertas de madera.
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